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15 frases que te hacen ver mal profesionalmente (y con qué reemplazarlas)

Así como las palabras en un libro pueden llevarnos a mundos mágicos y comunicar ideas revolucionarias, en una conversación también pueden hacer o deshacer una oportunidad de trabajo y hasta un ascenso. Estas son las frases que deberías agregar a tu lista negra.

Ya sea por inseguridad, por tratar de caer bien o simplemente mala costumbre, recurrimos en el día a día continuamente a frases que nos no juegan a favor, sobre todo en el ámbito laboral, donde la impresión profesional está en constante juicio. ¡Son frases que podría incluso sabotear tu próximo ascenso o contratación!

Como ya es muy tarde para ponerle atención a nuestra profesora de lenguaje del colegio, les tenemos la segunda mejor opción: una lista concisa con 15 frases que debes derechamente borrar de tu vocabulario profesional y también con qué reemplazarlas si va al caso.

“Hice lo que me dijeron” y “no es mi culpa”

La clásica papa caliente. Se trata de una frase más común en los Millenials que en otras generaciones, en opinión de la consultora laboral Ariella Coombs, y es especialmente irritante para quien la escucha, ya que no avanza absolutamente en nada la solución del problema.

Es que no hace falta ser un especialista para darse cuenta que esa frase hace ver a quien la emite como carente de autoridad, autocrítica o –cuando el error ha sido particularmente predecible–, sentido común.

Coombs sugiere, en lugar de intentar desviar las culpas a otro, tomar una actitud proactiva y adueñarse del problema, buscando soluciones y proponiendo formas de evitar que vuelva a ocurrir.

“¿Tiene sentido lo que dije?” y “¿me entiendes?”

Según la experta en liderazgo femenino, Tara Sophia Mohr, lo único que no tienen sentido son estas frases, porque al decirlas estamos asumiendo que no fuimos claros en todo lo que dijimos previamente o que el receptor tiene dificultades de comprensión.

Este tipo de frase busca evitar que nos digan que lo que acabamos de decir no tiene sentido o no se entiende, adelantándonos nosotros mismos a ese juicio. También, agrega Mohr, es una forma de conexión con el público, de iniciar una conversación, aunque muy poco correcta.

Mohr sugiere desterrar esta frase de nuestro mundo laboral y reemplazarla con una que exhiba mayor confianza, como “Me gustaría escuchar lo que piensan sobre esto”.

“Como he dicho antes…”

Parece inofensiva, pero sobre todo cuando está de forma escrita y el receptor le da muchas vueltas, se puede interpretar como “pese a que ya lo dije y esto es completamente innecesario, lo repetiré nuevamente… gil”.

Travis Bradberry, coautor del libro Inteligencia Emocional 2.0, sugiere que, cuando sea necesario repetir un punto, se debe aprovechar la oportunidad para hacerlo de forma más clara e interesante, y así la idea se grabe en la memoria de quien escucha.

Excesos de “disculpa”

Todos conocemos a alguna persona que va por la vida disculpándose, llegando a ser irritante. En el ambiente laboral puede ser peor, porque disminuye y sabotea la imagen propia de liderazgo, sobre todo en mujeres, opina Sylvia Ann Hewlett, fundadora del laboratorio de ideas Center for Talent Innovation.

Hewlett recomienda eliminarlas de nuestro vocabulario del día a día, y solo pedir disculpas cuando realmente se deban dar.

“Trataré…”

Fue un pequeño ser de color verde moco quien dijo: “Hazlo o no lo hagas. Tratar no existe”. ¡Cuánta sabiduría!

Tratar suena tentativo y sugiere que te falta confianza en tus habilidades para ejecutar la tarea“, dice Travis Bradberry. “Si te preguntan si puedes hacer algo, comprométete a hacerlo u ofrece una alternativa “.

“Como que”, “es como” y todos los “como” innecesarios

Es un germen muy diseminado, especialmente en Chile, y necesitamos erradicarlo, sobre todo si queremos que nos tomen en serio en la pega.

Muy al estilo del “like” gringo, el “como que”, “es como” y sus variaciones, son partículas muchas veces inútiles que le quitan solidez a nuestra afirmaciones. Como otras frases anteriores, su rol es distanciarnos de lo que decimos y así protegernos de una crítica imaginaria que nunca llega.

Si crees que caes demasiado en este error, pide a alguien que te controle un rato para que te haga un diagnóstico más preciso. La idea es adueñarnos de nuestras palabras y exhibir confianza.

“Creo”, “pienso” y “siento”

Compara esta dos frases: “Creo que le gustará mi trabajo” y “Confío que le gustará mi trabajo”.

Mal usados y en exceso, estos verbos son la triada de lo obvio, además de quitarle fuerza a las afirmaciones que le siguen, opina Laura McMullen, editor de la sección de empleos de US News.

Dado que en ocasiones debemos usarlos, como cuando nos piden una opinión, Jerry Weissman fundador de la consultoría de presentaciones efectivos, Power Presentations, sugiere utilizar en su lugar “condicionales poderosos” como “estoy convencido de que…” y “soy optimista respecto…”.

“Siempre se ha hecho así”

Si siguiéramos esta lógica, el Internet, la rueda y hasta el fuego estarían aún fuera de nuestro alcance, y no queremos volver a esa época oscura ¿verdad?

“Decirlo no solo te hace sonar flojo y porfiado, también podría hacer que tu jefe se pregunte por qué no has tratado de mejorar las cosas por tu cuenta”, dice Bradberry. Estaremos mucho mejor eliminando esta y frases similares de nuestro día a día en el trabajo.

“No soy experto, pero…”, “puede ser una pregunta tonta, pero…” y otras chiquitolinas

Así como unas disculpas innecesarias, este tipo de frase le quita peso de antemano a todo lo que diremos a continuación, empequeñeciendo nuestra figura profesional. “Es como si le dieran al receptor una advertencia de que lo que viene es trivial e irrelevante”, señala Chrissy Scivicque, orientadora profesional.

“No seas tu peor crítico”, aconseja por su parte Bradberry, “si no tienes confianza en lo que dices, nadie más la tendrá por ti”. La recomendación es, nuevamente, eliminarlas y partir directamente con lo que queremos decir sin hacer un auto-juicio de valor.

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