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Acceso a Internet en España y Latinoamérica: más que banda ancha, banda estrecha

Fibra-optica

Según los objetivos de la Agenda Digital para Europa, cualquier ciudadano de la UE debería tener acceso, para el año 2020, a una conexión a Internet con un caudal mínimo de 30 Mbps. En el caso de España, el objetivo es aún más interesante porque se espera que, para 2015, el 50% de la población tenga acceso a servicios de acceso a Internet a través de FTTH a 100 Mbps; un objetivo que, realmente, aún está lejos de países como Francia que aspira a llegar al 70% de la población o Finlandia que ha declarado el FTTH a 100 Mbps como un servicio universal.

El problema principal de este tipo de objetivos es que el papel tiene la particularidad de soportar cualquier cosa y, en el mundo real, los servicios a los que accedemos los usuarios terminan distando mucho de los modelos teóricos que manejan nuestros representantes políticos.

Tanto en España como en Latinoamérica, creo que aún nos queda mucho camino por recorrer para poder contar con servicios de acceso a Internet de banda ancha ultrarrápida a un precio razonable. Desgraciadamente, el acceso FTTH aún queda lejos de muchos usuarios y, a pesar de estándares que nos prometen mucho, como G.fast, son muchos los que sufren conexiones deficientes, lentas y costosas que más que ser banda ancha son de “banda estrecha”.

¿Y cuál es el estado de la banda ancha en España y Latinoamérica? En términos generales, creo que nuestras conexiones siguen siendo lentas aunque hay que reconocer que, a paso muy lento, parece que vamos mejorando pero creo que sigue siendo insuficiente y la banda ancha, la de verdad, es un motor más que necesario para el desarrollo de cualquier país.

Si tuviésemos que localizar el país que, en valor medio, mayor calidad de servicio ofrece, el ganador seríaCorea del Sur con una velocidad media de 22,1 Mbps (o al menos eso indica el informe trimestral de Akamai); el rey absoluto de un top ten en el que no encontramos ni a España ni ningún otro país de Latinoamérica.

 

Cableado rack - banda ancha España y latinoamérica

Ministerio TIC Colombia

 

Para localizar un país conocido tendríamos que bajar hasta el puesto 30 para encontrarnos con España y sus 6,9 Mbps de velocidad nominal media en las conexiones de acceso a Internet y habría que seguir bajando hasta el puesto 57 para encontrarnos con México con una velocidad media de 3,9 Mbps. Concretamente, la velocidad media de conexión a Internet de Latinoamérica y España sería la siguiente:

  • España: 6,9 Mbps de velocidad media (puesto 30 con respecto a la velocidad de acceso a Internet más alta)
  • México: 3,9 Mbps de velocidad media (puesto 57)
  • Ecuador: 3,6 Mbps de velocidad media (puesto 62)
  • Chile: 3,3 Mbps de velocidad media (puesto 68)
  • Colombia: 3,0 Mbps de velocidad media (puesto 74)
  • Argentina 2,8 Mbps de velocidad media (puesto 80)
  • Brasil: 2,7 Mbps de velocidad media (puesto 84)
  • Perú: 2,4 Mbps de velocidad media (puesto 91)
  • Uruguay: 2,2 Mbps de velocidad media (puesto 97)
  • Costa Rica: 2,1 Mbps de velocidad media (puesto 101)
  • Venezuela: 1,5 Mbps de velocidad media (puesto 120)
  • Paraguay: 1,5 Mbps de velocidad media (puesto 122)
  • Bolivia: 1,1 Mbps de velocidad media (puesto 136)

Si comparamos estos datos con los de Corea del Sur o Japón, donde lo habitual es moverse entre conexiones de 50 Mbps y 60 Mbps (como máxima velocidad de pico), creo que queda bastante clara la situación en la que estamos tanto en España como en Latinoamérica y el camino que nos queda por recorrer. Más que banda ancha, los servicios que tenemos se nos quedan en una “banda estrecha” que sigue siendo un lastre para los usuarios y también para el tejido empresarial o productivo de cualquier país.

En México, por ejemplo, apenas un tercio de la población tiene acceso a conexiones a Internet que ofrezcan más de 4 Mbps y en países como Ecuador, este porcentaje de población se reduce hasta el 25%, al 1,5% de Venezuela o al 0,6% en Paraguay.

Con una muestra como ésta, creo que nos hacemos una buena idea del precario estado en el que los ISPs tienen a los usuarios y la necesidad de inversión en despliegue de redes de nueva generación.