Artículos

Agenda Digital – por Sentidos Comunes –

EDITORIAL

Sentidos Comunes tiene que darle gracias a Internet. Es a través de la red como hemos llegado con nuestra propuesta e ideas cada semana desde el 2011.

Y no es casualidad, menos cuando vemos cifras explosivas. De acuerdo a un estudio reciente de un fabricante de microprocesadores, el 96% de los chilenos poseería un dispositivo con la capacidad de conectarse a Internet; al menos 10 millones de chilenos tendrían acceso a la red, un número empujado sobre todo por el crecimiento de las conexiones de banda ancha móvil en los teléfonos inteligentes, que han crecido un 770% de acuerdo a la Subsecretaría de Telecomunicaciones. Pero más allá de eso, la realidad es que en promedio, tener instalada banda ancha fija “básica” en un hogar nacional se paga caro, más que en Uruguay, México y, por poco, Brasil: 25,8 dólares por una banda ancha de sólo 3Mbps.

Si bien nuestro país se encuentra muy bien rankeado entre los países OCDE en cuanto a inversión per cápita en telecomunicaciones, los problemas de regulación de la calidad de las conexiones — a pesar de la Ley de Neutralidad, donde fuimos pioneros en el mundo -, los costos elevados y problemas de cobertura, aún hacen prohibitivo en 2013, para miles de chilenos, acceder a Internet.

Más allá de la regulación y asignación de nuevas frecuencias para que los privados inviertan en nuevas redes móviles, lo que sigue es avanzar hacia una política pública que abra un camino a asegurar un acceso universal. Pero garantizar el acceso a un servicio tan básico hoy como la energía eléctrica o el agua potable es el primer paso.

El próximo paso es asegurar las libertades individuales que el mismo Tim Berners-Lee, el padre de la web, consagrara al crear la World Wide Web a inicios de la década del 90: «Cuando inventé la web, no tuve que pedirle permiso a nadie. Ahora, millones de personas la utilizan libremente. Me preocupa que todo eso se vaya a acabar en los Estados Unidos de América».

La firma del acuerdo de libre comercio Trans Pacific Partnership (TPP), cuya propuesta ha sido fuertemente influenciada por el gobierno norteamericano, incluye fuertes medidas que protegen la propiedad intelectual del país del norte, e incluyen medidas que criminalizan el libre intercambio de informaciñon, introduciendo medidas de censura sin intervención de la justicia, desconexión arbitraria de la red y nulas garantías de privacidad de los datos de los ciudadanos de toda la cuenca pacífica.

Si queremos competir mano a mano, desarrollar nuestros negocios, exponer nuestras ideas al mundo, y garantizar el acceso al conocimiento de esta generación (y sobre todo, de las que vienen), necesitamos la determinación firme para garantizar que cada chileno pueda acceder sin taras a una ventana donde crear, aprender, emprender e informarse no tiene límite alguno, más que la propia determinación de hacerlo, porque las herramientas hoy ya están en nuestras manos.

La red está abierta.