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Cuando un vídeo con 10 horas de ruido blanco recibe cinco reclamaciones por derechos de autor en YouTube

Es justo que los creadores sean remunerados por el consumo su obra y que sus derechos sean protegidos. Desde el escritor que concibe novelas al youtuber que graba vídeos, el cantante que edita un disco, el cineasta que rueda una película o el diseñador que crea una identidad corporativa.

No es tan justo, sin embargo, que quien no ha creado nada abuse de las protecciones para creadores sacando beneficio de lo que hacen otros. Es lo que le ha pasado a Sebastian Tomczak, tecnólogo musical y profesor universitario australiano , que ha visto cómo un vídeo suyo con 10 horas de ruido blanco había recibido cinco reclamaciones de derechos de autor en YouTube.

“¡Mi video de ruido blanco de diez horas tiene ahora cinco reclamaciones de derechos de autor! :)”, tuiteaba hace unas horas, adjuntando una captura de pantalla de la zona administrativa de su canal.

Cuatro titulares de derechos de autor reclaman monetizar el ruido blanco

https://www.youtube.com/watch?v=VcQZAzDVTlA

“Originalmente hice este vídeo como parte de un conjunto de vídeos sobre sonidos continuos (ruido blanco, quinta perfecta y otras proporciones de frecuencia, etcétera) en julio-agosto 2015”, cuenta Tomczak a Genbeta.

El ruido blanco es una señal que contiene todas las frecuencias, siendo todas de la misma potencia. Un sonido que algunas personas usan para relajarse o dormirse, pudiendo aparecer cuando un televisor o una radio no sintonizan ningún canal, en el funcionamiento de aparatos de aire acondicionado o generado a través de aplicaciones de edición y generación de audio.

“El proceso que usé para crear este vídeo es simple y directo”, nos asegura. Usó Audacity y el generador de ruido que incorpora, generó la onda de ruido de 10 horas de duración, importó la pieza de audio a ScreenFlow, allí lo convirtió en vídeo agregándole el texto y terminó subiéndolo a su canal de YouTube allá por julio de 2015.

Se había olvidado prácticamente por completo del vídeo hasta que recibió una aviso de la plataforma de vídeos de Google sobre una posible infracción de copyright: un titular afirmaba poseer los derechos de autor del ruido blanco. Accedió a su cuenta de YouTube, consultó en vídeo en cuestión y descubrió otras cuatro reclamaciones más. Cinco en total, provenientes de cuatro supuestos poseedores de los derechos del sonido blanco, algo cuanto menos llamativo.

Estoy intrigado y perplejo de que el sistema automatizado de YouTube, Content ID, vaya a hacer coincidir el ruido blanco con múltiples reclamaciones, especialmente teniendo en cuenta que cada reclamación es para porciones específicas de un vídeo uniforme e idéntico.

Cualquier usuario de YouTube que acumule tres advertencia por incumplimiento de los derechos de autor podría ver cómo se eliminan todos sus vídeos, cómo se le impide crear canales nuevo y cómo su cuenta y todos los canales asociados a ella están sujetos a rescisión. Así que en condiciones normales, acumulando cinco reclamaciones, el canal de Sebastian Tomczak y sus vídeos habrían sido eliminados.

Sin embargo, en todos los casos los supuestos poseedores de los derechos de autor han optado por monetizar el uso que hace este tecnólogo musical de su supuesta. Por tanto, hasta que el músico no inicie una disputa en YouTube impugnando la advertencia, estos titulares están ingresando los importes generados por el vídeo de ruido blanco. Pero va a pelear.

No sé mucho más de YouTube en este momento, aunque mañana voy a disputar estas afirmaciones. He tenido reclamaciones de derechos de autor sobre algunos de mis vídeos antes, y cuando los discuto, por lo general puedo proporcionar pruebas de que hice el original, aunque creo que la situación es un poco diferente con ruido blanco.

La situación no deja de ser un aparente abuso de los métodos de protección de autores de YouTube al estilo del caso protagonizado en 2013 por Jose Fos y The Orchard Music.

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