Mientras el Bitcoin está en boca de todos debido al anonadante éxito que está teniendo como valor en los últimos meses, otra criptodivisa ha comenzado a coger fuelle y el runrún empieza a ser constante. Se trata del Ethereum, la segunda moneda virtual en términos de relevancia si nos basamos en su valor, el cual supera ya los 800 dólares por unidad y acaricia, por tanto, la soñada barrera de los $1.000.

Con esta subida de precio, y ante el temor de perder la oportunidad de obtener un gran provecho, las inversiones en Ethereum se han multiplicado y se posiciona con el viento muy a favor de cara al año que viene, aunque nunca se sabe. Si aún no conoces exactamente qué es el Ethereum y cuáles son las razones por las que deberías prestar especial atención a sus cambios, te lo contamos.

¿Qué es Ethereum?

Aunque se tiende a identificar de manera instantánea como una moneda virtual, lo cierto es que, en primer lugar, Ethereum es una plataforma. El nombre de la moneda originalmente siempre ha sido Ether, aunque en la actualidad se utilicen ambos nombres de manera indistinta debido a la popularización de la misma. Ethereum, como plataforma, está desarrollada por el ruso Vitalik Buterin que, a diferencia de Satoshi Nakamoto (nombre con el que apareció en internet el creador del Bitcoin, cuya identidad no se conoce y que, probablemente, fuera un grupo de personas y no un único individuo), es una persona física e identificable.

La utilidad y finalidad que subyace bajo la creación del Ethereum son los contratos inteligentes, que no son sino una manera de garantizar de manera segura y sin la intervención de terceros el cumplimiento de un acuerdo. Mediante su utilización, previo consentimiento de ambas partes, es la plataforma la que se encarga de ejecutar lo prescrito y pactado cuando se cumplan las condiciones para ello. En términos muy generales, sería como establecer un programa ejecutor para que, cuando ocurra un determinado factor X, se lleve a cabo una acción Y fijada.

La tecnología que se encuentra detrás del Ethereum es blockchain, la misma que en el Bitcoin. Esté método de cadena de bloques es el que se puede encontrar en la mayoría de monedas virtuales, aunque algunas (como IOTA) ya se atreven a funcionar de otra manera. Existen algunas diferencias ente el Bitcoin y el Ether, pero lo cierto es que ambas funcionan y son obtenidas de una manera parecida –bajo blockchain y mediante el minado, respectivamente–. La diferencia más grande, y que quizá llegue a importar de manera sustancial en el futuro, es que existe un número máximo de Bitcoin que pueden ser emitidos (21.000.000), mientras que ese límite no se da en Ethereum.

Presente y futuro de Ethereum

El Ethereum como divisa es lo que más relevancia está acaparando por parte del grueso social. Esto se debe a la capacidad de cualquier persona de poder comprar una cantidad determinada de este valor y, con el mercado jugando a favor, obtener una rentabilidad notable en un periodo de tiempo muy corto (en el último mes, por ejemplo, el valor ha ascendido en un 136 por ciento). Es una tendencia que vemos replicada con las principales criptodivisas del momento, ya puediendo ser muchos los usos potenciales que estas tengan que, de manera irremediable, su uso mayoritario en la actualidad es como método de inversión y con fines puramente especulativos.

Así y todo, hay empresas y compañías que ya comienzan a experimentar y a dar uso de manera regular con los pagos y las transacciones realizadas mediante contratos inteligentes con Ethereum, algo que plantea un futuro prometedor cuando el panorama se estabilice. Aún falta un largo recorrido para que los contratos de este tipo se normalicen (también debido a mejoras que ha de sufrir la propia plataforma para que esto sea así), pero desde luego no es una visión utópica.

Mientras tanto, el Ethereum puede adquirirse en la gran mayoría de plataformas de compra y venta de divisas virtuales, siendo uno de los que conforman el tridente de Coinbase, con la facilidad que eso supone para culminar la inversión con una comodidad que roza lo insultante si se compara con otros servicios (también lo son sus comisiones, pero en el sentido contrario). Si continúa su ascenso al ritmo que se ha fijado últimamente, no tardaremos en ver cómo la moneda pasa por el aro del millar por unidad, una cifra soñada tanto para los inversores más antiguos –que ven crecer por fin sus ganancias–, como para los más recientes –que multiplican su rentabilidad a un ritmo trepidante día tras día–.

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