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Secretos del capitalismo de vigilancia: ¿Cómo ha creado Google un nuevo modelo económico?

“El control gubernamental no es nada comparado con lo que hace Google”, advierte una académica estadounidense.

“El control gubernamental no es nada en comparación con lo que hace Google”, afirma la autora. En esta nueva especie de sistema económico, “los beneficios derivan de la modificación y la vigilancia unilateral del comportamiento humano”, precisa. Hoy en día, las compañías ya no se limitan a enviar a sus clientes catálogos por Internet ni a la publicidad en línea siquiera, sino del uso de los datos sobre el comportamiento humano para modificarlo.

Por ejemplo, en el sector de seguros de automóviles, las compañías pueden a partir de datos sobre los clientes y sus vehículos introducir castigos (aumentos de las tasas en tiempo real o sanciones económicas) o recompensas (descuentos, etc.) para modificar el comportamiento del conductor.

El año pasado, el director ejecutivo de la compañía Allstate, Tom Wilson, relató que con el tiempo, los avances tecnológicos permitirán a las aseguradoras vender los datos de conducción del consumidor, reportó Bloomberg. Esta información la van a querer todos: los restaurantes, los talleres, las tiendas.

Aunque muchos atribuyen el éxito de Google a su modelo publicitario, en realidad es resultado de “su capacidad de preveer el futuro, concretamente, el futuro del comportamiento”, señala Zuboff. Inicialmente, Google comenzó a recoger datos sobre el comportamiento de los usuarios relacionado con las búsquedas como una actividad secundaria, pero pronto se dio cuenta de que con esa información se podían mejorar los buscadores, aumentando la relevancia de la publicidad para los usuarios. Este cambio en el uso de estos datos fue “histórico”, ya que los usuarios se convirtieron en un medio para generar ganancias, sin ser compradores ni vendedores ni productos.

“El capitalismo de vigilancia evoca un poder profudamente antidemocrático” que puede llamarse “un golpe desde arriba”. O, lo que es lo mismo, el “derrocamiento de la soberanía del pueblo”, advierte la autora. “Desafía los principios y las prácticas de la autodeterminación, en la vida física y las relaciones sociales, la política y la gobernanza”, añade Zuboff.

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