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Acuerdo Transpacífico: ¿Beneficiará a América Latina? – Panam post debate

Un secreto que nos costará caro

Por Vladimir Garay

EnglishEl futuro, dicen los optimistas con vocación de clarividentes, está en el Pacífico. Para los países latinoamericanos, ansiosos por alcanzar el desarrollo, esto significa prosperidad económica y los beneficios que vienen con ella. Por eso no es extraño que la invitación a formar parte del Acuerdo Transpacífico —TPP por sus siglas en inglés— sea recibida con buenos ojos por los gobiernos de Chile, Perú y México.

Estas tres naciones se han unido a Estados Unidos, Canadá, Japón, Brunei, Australia, Nueva Zelandia, Malasia, Singapur y Vietnam en la negociación de un acuerdo que, dicen, representa cerca del 40% de la economía mundial y que fijará los estándares del mañana en materia de comercio internacional.

Visto así, el TPP parece una gran oportunidad. Por supuesto, las cosas nunca son tan simples. Durante los cinco años de negociación, grupos tan diversos como los sindicatos de trabajadores, los activistas de internet, las organizaciones medioambientales, las agrupaciones de consumidores y las instituciones ligadas al ámbito de la salud han encendido las alarmas sobre las nefastas consecuencias que el tratado podría tener para los ciudadanos de estos doce países; lo mismo han dicho los premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz y Paul Krugman.

La primera gran crítica contra el TPP es respecto al modo en que se han llevado las negociaciones, en secreto y de espaldas a la ciudadanía. Ni siquiera los miembros de los parlamentos nacionales tienen acceso al texto de la negociación, socavando así el principio democrático que impera en nuestros países. La pregunta es obvia: Si TPP es tan beneficioso, ¿por qué no discutirlo abiertamente?

En sus más de 20 capítulos, el TPP abarca un amplio abanico de materias de vital importancia, desde las inversiones estatales hasta las regulaciones medioambientales. De ellos, conocemos solo tres borradores gracias a filtraciones de Wikileaks. Y lo que vemos es preocupante.

¿Cómo podría afectarnos el TPP? Poniendo trabas a la producción de medicamentos genéricos, debido a la ampliación de las patentes farmacéuticas. Esto significaría mermar el alcance de las políticas de salud de los países latinoamericanos. Así, también, el TPP podría significar la imposición de normativas draconianas de propiedad intelectual, similares a las contenidas en la polémica ley SOPA y que hoy resucitan gracias al carácter secreto de la negociación.

Además, el TPP daría la posibilidad a las empresas de demandar a los Estados que creen políticas que afecten sus intereses económicos, como podría ser una ley de etiquetado de alimentos o que busque la disminución del tabaquismo. Eso, por nombrar algunos ejemplos.

Lo peor es que una vez aceptadas estas condiciones no hay vuelta atrás: el carácter multilateral de la negociación hace prácticamente imposible modificar en el futuro los compromisos acatados hoy, mientras que el proceso de certificación estadounidense le brinda a este país la potestad de rechazar los cambios normativos que los demás países miembros realicen para cumplir el acuerdo, atentando contra la soberanía nacional.

Entre más sabemos del TPP, menos se parece en una puerta al futuro y más a una soga al cuello que vamos a lamentar.

Vladimir Garay es un periodista chileno, miembro de Derechos Digitales, organización de alcance latinoamericano dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos en internet. Síguelo en @GarayVladimir.

Ventajas del libre comercio

Por Eugenio Marí

Quitar restricciones al comercio internacional tiene efectos positivos en lo que refiere a la eficiencia en la administración de los recursos y, en consecuencia, genera ganancias de bienestar a nivel agregado. Las ventajas que suelen citarse son los rendimientos crecientes en escala, el aumento de la competencia, y la tradicional ganancia de bienestar por el intercambio voluntario. No obstante, en este caso me gustaría llamar la atención sobre dos efectos positivos adicionales: el primero basado en el cambio de expectativas de los dueños de las firmas, y el segundo derivado del intercambio de información.

Un punto que usualmente no es tenido en cuenta es que, a nivel microeconómico, la apertura comercial y la ampliación de los mercados reducen la volatilidad en la demanda. Ya que los empresarios planean su nivel de producción acorde a sus costos, una reducción de la volatilidad en las ventas llevará a una disminución en los costos medios de la industria, derivando en incrementos en la cantidad producida para un precio dado.

¿Qué quiero decir con esto? En autarquía, es decir, en una economía perfectamente cerrada, una firma que produce autos, por ejemplo, solo podrá vender los mismos en el mercado interno, por lo que su nivel de producción quedará determinado indefectiblemente por las previsiones del empresario sobre la evolución de sus ventas a nivel local. Entonces, en un país con alta volatilidad de ingresos, los empresarios buscarán amortizar sus inversiones con mayor celeridad, lo que eleva los costos medios.

Si esto no queda claro basta pensar lo siguiente: si la fábrica de autos tiene una máquina que cuesta US$1.000 y produce 10 autos por año, el costo medio de la máquina por año será de $100, si se esperan vender 10 autos por 10 años; y en cambio, será de $1.000 si solo se esperan vender 10 autos por un año (se busca amortizar la máquina en un solo año. dado que luego no se usa). Obsérvese como la estabilidad reduce los costos medios, mientras que la volatilidad los aumenta.

La apertura comercial hace que la volatilidad sea menor al permitir a los empresarios vender sus productos en otros mercados. Volvamos a la fábrica de autos: si se usara la misma máquina y se vendiesen 10 autos en el mercado interno y 10 en el exterior por año por 10 años, el costo medio de la máquina será de $50. Ahora pensemos un caso donde la demanda interna desaparece por una crisis económica a nivel local: el productor sigue con la capacidad de vender 10 autos por 10 años en el extranjero, por lo que el costo medio de la máquina será de $100.

Vemos como el costo medio en el caso de autarquía se multiplica por 10 en caso de una crisis interna, mientras que en el caso de una economía abierta solo se duplica. Cabe notar que esta ganancia será siempre positiva, salvo en el caso donde los ingresos de los países estén perfectamente correlacionados, cosa que no ocurre en la práctica.

La segunda ventaja que me gustaría explicar afecta tanto a productores como a consumidores. El libre comercio lleva a un incremento en la variedad de productos disponibles en el mercado, lo que al mejorar la capacidad de elección de los consumidores, es beneficioso. Pero además, si pensamos que cada producto y cada intercambio es un paquete de información, el aumento en la cantidad de transacciones y en la diversidad de bienes lleva a un incremento de la información total.

Productores pueden aprender nuevas formas de administración, manejo de fábricas, nuevas tecnologías y demás, tan solo con relacionarse con otras empresas u otros compradores. Además, otros empresarios pueden innovar creando nuevos productos en base a otros que no conocerían si no fuese por el comercio.

Por último me gustaría decir que, las ganancias del libre comercio a nivel agregado no están en duda, pero sí generan ajustes de la economía que benefician a algunos sectores y perjudican a otros. Ya que los sectores perjudicados por lo general están concentrados o son puntuales, su capacidad de lobby es mayor, mientras que los beneficiados, en su mayoría consumidores, están dispersos y su habilidad para coordinarse es muy baja, con lo que en muchos casos no llegan a influir en las decisiones de los gobernantes.

Eugenio Marí es argentino, licenciado en Economía por Ucema y estudiante de una Maestría en Economía en la misma universidad. Es analista económico de la Fundación Libertad y Progreso. Síguelo en @Eugenio__Mari.