Verificación

Cómo luchar contra una campaña de desinformación

Por Alex Berezow

Las víctimas de las campañas de desinformación pueden utilizar una estrategia de cinco puntas para luchar y ganar.

La diferencia entre la desinformación y la mala información es la intención. Cuando alguien está “mal informado”, mantiene y perpetúa creencias falsas, casi siempre de forma inocente. La desinformación, en cambio, es siniestra. Implica la difusión de “noticias falsas” para infligir algún daño. Por lo general, la desinformación se dirige a un objetivo concreto: un individuo, una organización o incluso una nación entera.

Este fenómeno no es nuevo, por supuesto. El término de la vieja escuela para designarlo es propaganda. Lo que la hace especialmente poderosa hoy en día es la velocidad con la que una mentira puede dar la vuelta al mundo. La información falsa puede destruir reputaciones, carreras y vidas en cuestión de segundos. Y, lo que es más aterrador, nadie es inmune.

Si la información es poder, la desinformación es como una bomba hechiza. ¿Cómo se puede desmantelar?

Cómo combatir una campaña de desinformación

Cuando se es víctima de una campaña de desinformación, hay una estrategia de cinco puntas que el objetivo puede utilizar para contraatacar.

1) Reconocer los aciertos de los desinformadores. El objetivo de muchas campañas de desinformación es destruir una reputación, y las mejores y más convincentes mentiras están envueltas en un colchón de verdades. Para desarmar la desinformación, la víctima debe admitir primero las partes de la historia que son realmente ciertas. Si la víctima es realmente culpable de algún delito, admítalo. Confesar los errores genera credibilidad ante el público.

Esto puede parecer contradictorio, pero piense en las veces que ha tenido un conflicto personal con alguien. La paz se restablece mucho más rápido cuando ambas partes admiten haber contribuido al problema. La revelación es desarmante.

2) Explica por qué las otras partes de la historia no son ciertas. Aunque una campaña de desinformación puede desplegar muchos hechos verificables contra su objetivo, a menudo se sacan de contexto o se manipulan de alguna manera que pinta una narrativa totalmente falsa. Esta falsa narrativa debe corregirse utilizando pruebas. Pero recuerde que los datos por sí solos no son suficientes para ganar en el tribunal de la opinión pública. La gente se deja influir sobre todo por las emociones, así que apele a ellas. Es psicológicamente más fácil que creamos en personas agradables.

3) Revele las motivaciones de la campaña de desinformación. Los desinformadores suelen intentar conseguir algo. Aunque algunas campañas de desinformación (como las que se originan en Rusia) parecen crear el caos por crear el caos, la mayoría tienen un objetivo en mente. Quizá los desinformadores estén motivados por el poder o el dinero. Intente determinar qué es lo que impulsa a los desinformadores y luego expóngalos.

4) Realice una “auditoría de acusaciones”. (Este es un gran término acuñado por Chris Voss, autor del libro Never Split the Difference). Diga lo que diga en respuesta a una campaña de desinformación, tenga por seguro que los desinformadores devolverán el fuego. La mejor manera de prepararse es anticiparse a las acusaciones de los desinformadores y tener preparadas las respuestas. Si se siente especialmente audaz, diga públicamente por adelantado lo que los desinformadores podrían decir a continuación.

5) Mantén la calma y la tranquilidad. Esta puede ser la parte más difícil. Es natural enfadarse y enfurecerse cuando alguien miente sobre usted o su organización. Pero recuerde que su audiencia es el público en general, y es difícil creer a alguien -incluso si está 100% en lo cierto- cuando está gritando o insultando. Así que mantenga la calma.

El crecimiento de la “industria” de la desinformación es, obviamente, un hecho muy negativo para la sociedad. La parte positiva es que quienes trabajan en empresas de relaciones públicas, especialmente en equipos de gestión de crisis, tendrán décadas de seguridad laboral.

Fuente: Scientific American