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EE.UU.: Declaran limpia el agua de grifo con metano que los vecinos achacan al ‘fracking’

Según datos oficiales, los residentes de Texas han presentado un total de 2.000 quejas a lo largo de los últimos dos años sobre la mala calidad de su agua, de las que 62 podrían estar relacionadas con las actividades petroleras, asegura la Comisión de Ferrocarriles, la agencia gubernamental que regula la industria local del crudo y gas. Los reguladores de Texas no han confirmado un solo caso de contaminación de pozos de agua relacionados con la fracturación hidráulica en los últimos 10 años.

La industria energética siempre insistió en que el ‘fracking’ (o fracturación hidráulica) es completamente seguro para los residentes de las regiones exploradas. La técnica se usa para extraer gas y petróleo del subsuelo y consiste en la perforación de un pozo vertical en el que se inyecta a presión agua con arena y productos químicos para favorecer la fisuración o la disolución del sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo, favoreciendo así su salida hacia el exterior.

En 2010 la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. (EPA, según sus siglas en inglés) decretó una situación de emergencia y empezó a investigar si el ‘fracking’ resultaba peligroso para los residentes del Estado de Texas, en respuesta a las numerosas quejas, ya que los lugareños afirmaban que el agua que sale de los grifos en sus casas burbujea como una copa de champán.

Sin embargo, revocó inesperadamente su orden de emergencia y dejó de investigar, declarando que el agua era segura sin dar muchas explicaciones. La conclusión de que el agua no contenía niveles peligrosos de metano se basaba en los resultados de pruebas realizadas por la propia empresa petrolera que operaba en la zona, Range Resources Corp., denuncia la agencia Bloomberg.

“No entiendo por qué han permitido hacer las pruebas a la compañía acusada. No tiene mucho sentido”, insistió ante la agencia Shelly Perdue, vecina de la ciudad de Weatherford, en Texas. “Range usó las metodologías de prueba internacionalmente reconocidas”, insistió, a su vez, una portavoz de la empresa, Matt Pitzarella, en un correo electrónico enviado a  Bloomberg. Pitzarella añadió, además, que la presencia de metano en el agua se debe a causas naturales y que fue registrada en la zona mucho antes de empezar la compañía sus operaciones de ‘fracking’.

Los especialistas contratados por Range detectaron la presencia de 4,2 miligramos de metano por litro en el agua en una prueba realizada a mediados de 2012 y de 20 miligramos por litro en noviembre del mismo año. La prueba realizada por la Universidad de Duke un mes después, en diciembre de 2012, registró 54,7 miligramos de metano por un litro del agua potable. El nivel admisible establecido por el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS, por sus siglas en inglés) es de 10 miligramos por litro.

La universidad todavía no ha publicado un informe completo, pero detalla que trabajó en el territorio de Texas durante más de un año y que registró niveles peligrosos de metano en muchas viviendas. También comunica que ya entregó algunos de sus resultados a los reguladores estatales y a la EPA. Según David Bloomgren, portavoz de la organización, está previsto que la EPA se reúna con los reguladores estatales para discutir las quejas incesantes de los lugareños, aunque no tiene intención de llevar a cabo sus propias pruebas.