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Guerra Mundial de la Información

por Hector Vera para el Dinamo

/ csglobe.com

Nuestro país necesita de políticas públicas respectoa los desafíos tecnológicos actuales. No puede dejar que sean solo las empresas de telecomunicación y de difusión las que establezcan las reglas, los dispositivos y hagan los negocios que quieran.

El asilo provisorio que Rusia le dio a Edward Snowden, portador de información secreta de Estados Unidos, quien estuvo cinco meses en el aeropuerto de Moscú, ilustra sobre el poder de la información en la era electrónica. Las presiones de la Casa Blanca debieron ser muy severas. Anteriormente, Julian Assangede WikiLeaks, que dio difusión a revelaciones hechas por el militar Bradley Manning, acusado de “ayudar al enemigo”, produjo  serias tensiones entre Estados Unidos y Ecuador, que le dio asilo en su embajada en Londres.

El poder completo que tienen, sin contrapeso alguno, los organismos de Estados Unidos como la NSA(Dirección Nacional de Inteligencia) y sus socias como la CIA, DEA, FBI, o la NASA… en el tráfico de información personal, política, comercial, científica, policial, tecnológica, bancaria, militar… que se producen en cualquier lugar del mundo, crece incesantemente, mientras los implicados ignoran los detalles de cómo se controla el flujo de la información.

Todos sospechamos que nos vigilan, pero mientras ignoramos cómo se hace, quiénes lo hacen y cuáles son las consecuencias, preferimos jugar a ser inteligentes. Nada más ilusorio cuando metemos la nariz en el tráfico de información electrónica. La presidenta Dilma Rousseff, acaba de anunciar que presentará una queja a la ONU por vulnerarse la soberanía de Brasil, de parte de los organismos que administran la información electrónica para los Estados Unidos en este tema de espionaje. El Presidente Sebastian Piñeraemitió una declaración de molestia.

El presidente Evo Morales, seriamente dañado en su dignidad de mandatario por Portugal, Francia y España , que le negaron su espacio aéreo, ante la sospecha que en su avión viajaba Snowden, ha dicho hace pocos días que, según sus fuentes, Estados Unidos destina 75 mil millones de dólares  al año para  el espionaje electrónico.

También los gobiernos europeos han presentado sus molestias por el espionaje electrónico. Los chilenos estamos siendo “rastreados” o espiados. Según el diario O Globo, los chilenos somos de interés intermedio, porque más monitoreados son los brasileños, mexicanos y colombianos. Pero posiblemente es solo  una cuestión de volúmenes de datos. Chile tiene menos producción de información porque tiene menos habitantes que los otros países. En consecuencia, los servicios de inteligencia deben saber tanto de los líderes brasileños como de los chilenos. De esta manera se está dando la guerra mundial de la información en la aldea global.

Ya casi todos lo afirman. Los medios masivos de difusión, la televisión y la instalación y el desarrollo de la red Internet nos hacen vivir en la “aldea global “ descrita por  Marschall McLuhan, donde todos saben lo que hacen los demás. Pero no es exactamente así. Estamos en una aldea global  especial en que la que efectivamente son pocos los que  saben lo que hacen todos los demás. En tanto, los  que usamos  las plataformas electrónicas para informarnos, entretenernos y alimentar nuestros contactos,  tenemos una mirada parcial de lo que ocurre y de lo que piensan los agentes activos o las policías del mundo global electrónico.

Estamos también en una aldea global extraña, dado que aunque sepamos lo que sucede en otros países, no tenemos ninguna posibilidad de intervenir. Actuamos como simples voyeristas frente a los acontecimientos de la aldea, mientras las multinacionales sí que pueden intervenir en todos los países donde operan y están por encima de las fronteras políticas. La globalización no es simétrica bajo ningún punto de vista. Los ciudadanos nos enfrentamos a diversas identidades, con nombres verdaderos o artificiosos  en la red, sin que sepamos bien quién es quién, pero los administradores de internet tienen las verdaderas direcciones e identidades de los productores de información y saben dónde encontrarlos físicamente.

Los ciudadanos comunes no poseemos los buscadores y los potentes programas como PRISM, que buscan, identifican, clasifican a los agentes en peligrosos, neutros o amigos y pueden adelantar acontecimientos, prever situaciones y ajustar sus decisiones. Si le creemos al Director de Seguridad de Estados Unidos,Keith Alexander, la NSA ha previsto 50 planes terroristas, 10 en los Estados Unidos. Esto muestra que es una organización altamente útil y rentable. Pero también puede, este tipo de agencias, saber datos desconocidos por el común de las personas, sobre energía, medicina, negocios, tecnologías, recursos naturales, narcotráfico o sobre lo que piensan y quieren hacer los gobiernos, los líderes o cualquier agente humano. Esto es el poder directo a la vena y en vivo de la aldea global,  monopolizada por la primera potencia militar del mundo contemporáneo.

Al estar todos en la aldea global, verdadera matrix electrónica, podemos ser “rastreados”, monitoreados, vigilados, supervisados por los controladores universales y que pueden utilizar este poder para persuadir, neutralizar, eliminar y castigar a los que consideren sus enemigos. Mientras el común de la gente se entretiene dando información de sí mismos, los policías cibernéticos se llenan de datos que nos hacen vulnerables en extremo.

Una manera de graficar esta situación de ciberpoder o de ciberdictadura, es la siguiente: El papá encargado de la familia (administrador de la comunicación electrónica) le entrega un juguete (Internet) a los niños (población) para que hagan y digan lo que se les ocurra, puedan vivir su libertad, pero el único que conoce todas las acciones,  califica las conductas e ideas de buenas y malas,  es el papá Estados Unidos), el que puede premiar o castigar. Esta es la metáfora que describe las asimetrías de poder que se dan hoy en la llamada “sociedad de la información”, que mejor responde a la denominación de “sociedad informatizada”, donde todo lo que se registra en los sistemas digitalizados es susceptible de ser monitoreado electrónicamente, asistido por computadores.

¿Podrían los gobiernos, los estados, como lo han insinuado algunos países latinoamericanos y europeos, montar sus propios sistemas de transmisión de información, sin pasar por la supervisión de los Estados Unidos? Naturalmente que sí, porque se trata de tecnologías que son accesibles aunque con  costos altos,  pero alcanzables. El problema es que nada asegura, en su nivel pragmático, la confidencialidad del sistema o su filtración en el mediano y largo plazo o aún el aumento de vulnerabilidad de los ciudadanos de esos gobiernos.

La UNESCO  indica que  hay 15 países de América Latina y el Caribe que recientemente han establecidos leyes nacionales sobre la libertad y el control de la información. Los enormes cambios que introducen los medios electrónicos en ambiente digital que generan infocomunicación, unen lenguaje y acción, y despliegan los dispositivos de inteligencia artificial. Esto nos plantea diversos dilemas sobre la relación entre democracia, derecho de las personas a la privacidad, derecho a tener información fiable y de calidad, y a definir claramente el rol y alcance de los controles para evitar la concentración del poder informativo y garantizar la democracia.

Chile necesita repensar sus sistemas de producción, circulación, restricción y distribución de la información pública, no solo la que circula en los grandes medios masivos de difusión, sino en todos los sistemas en los que circula información científica, personal, institucional, educativa, económica o de cualquier naturaleza en concordancia con los desafíos tecnológicos actuales.

Nuestro país necesita de políticas públicas al respecto. No puede dejar que sean solo las empresas de telecomunicación y de difusión las que establezcan las reglas, los dispositivos y hagan los negocios que quieran. Es una materia demasiado delicada para que el mercado opere sin la intervención del Estado y de la ciudadanía. El Colegio Nacional de Periodistas de Chile presentó una propuesta  en materia de información y de comunicación, dirigida a candidatos a Presidentes y Parlamentarios. Es el inicio de  un debate que ha estado ausente de las campañas presidenciales de los últimos 25 años.

Hay demasiadas tareas pendientes para el desarrollo democrático de Chile que pasa por entender la aldea global y la guerra informativa a nivel planetario que se ha instalado y que nos interpela  para asegurar  su circulación, su fiabilidad,  para regular y participar acertadamente en los poderes políticos, económicos y científicos que se asocian a este ámbito insoslayable, nunca antes experimentado por la humanidad a la escala descrita.