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Herramientas para un pensamiento crítico (VI): Cómo el sesgo egoista protege la autoestima

Por qué nos atribuimos el mérito del éxito y culpamos a otros por el fracaso

El sesgo egoísta es la forma en que los psicólogos sociales describen la tendencia de los humanos a culpar a las fuerzas externas cuando suceden cosas malas y a darnos crédito cuando suceden cosas buenas. Aunque puede significar evadir la responsabilidad personal por sus acciones, el sesgo egoísta es un mecanismo de defensa que protege su autoestima.

Ejemplos de sesgos egoístas

Digamos que ganas un examen. El sesgo egoísta te llevaría a creer que es porque estudiaste mucho. Si fallaste, por otro lado, podrías creer que fue porque el maestro no explicó la materia correctamente, porque el aula estaba demasiado caliente o porque tu compañero de cuarto te mantuvo despierto toda la noche antes del examen.

Todas estas cosas pueden ser ciertas, pero no están pintando un cuadro completo de todas las circunstancias que llevaron a su desempeño en la prueba.

He aquí algunos otros ejemplos de sesgos egoístas:

  • Después de un accidente automovilístico, ambas partes involucradas culpan al otro conductor por causar el accidente.
  • Después de una reunión desastrosa con un cliente potencial, un hombre de negocios culpa de la pérdida de la cuenta a las prácticas comerciales sucias de un competidor.
  • Un jugador de baloncesto de la escuela secundaria hace un lanzamiento durante los últimos segundos de un partido y se las arregla para hacer una canasta. Lo atribuye a su habilidad en el juego.

Por Qué Ocurre el Sesgo de Interés Personal o egoista

En muchos casos, este sesgo cognitivo le permite proteger su autoestima. Al atribuir eventos positivos a las características personales, se obtiene un aumento de la confianza. Al culpar a las fuerzas externas por los fracasos, usted protege su autoestima y se absuelve de toda responsabilidad personal.

Se ha demostrado que hay una serie de factores que influyen en el sesgo egoísta, como la edad y el género. Los adultos mayores tienden a hacer más atribuciones internas, es decir, a acreditarse a sí mismos por sus éxitos. Es más probable que los hombres hagan atribuciones externas, lo que significa que tienden a culpar a las fuerzas externas por sus fracasos.

A menudo, cuando una persona está deprimida o tiene baja autoestima, este tipo de prejuicio puede revertirse: atribuirán resultados positivos a la ayuda externa o incluso a la suerte, y se culparán a sí mismos cuando ocurran cosas malas.

Situaciones comunes

Los expertos sugieren que aunque este sesgo está bastante extendido en las culturas occidentales, incluidos los Estados Unidos y Canadá, tiende a ser mucho menos frecuente en las culturas orientales como China y Japón.

¿Por qué? Las culturas individualistas como la estadounidense ponen un mayor énfasis en el logro personal y la autoestima, por lo que protegerse de los sentimientos de fracaso es más importante. Por otro lado, las culturas colectivistas, como las que suelen encontrarse en las culturas orientales, tienen más probabilidades de atribuir el éxito personal a la suerte y los fracasos a la falta de talento.

Sin embargo, hay algunos escenarios donde el sesgo egoísta es menos probable. Algunas investigaciones han encontrado que las personas en relaciones cercanas, ya sean románticas o de amistad, tienden a ser más modestas. Tus amigos o tu pareja, en otras palabras, te mantienen a raya con una crítica honesta sobre cuándo una mala situación puede ser parte de tus propias acciones.

Lado positivo del sesgo de beneficio propio o egoista

Una ventaja de este sesgo es que lleva a la gente a perseverar incluso ante la adversidad. Un trabajador desempleado puede sentirse más motivado para seguir buscando trabajo si atribuye su desempleo a una economía débil, por ejemplo, en lugar de a un fracaso personal. Una atleta puede sentirse más motivada para rendir bien si cree que su fracaso durante un evento anterior fue el resultado del mal tiempo y no de la falta de habilidad.

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