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La estupidez del copyright hoy en día

Un artículo antiguo (2012) pero totalmente valido.

Una prueba más de la enorme estupidez que supone el actual sistema de copyright: una reclamación falsa de una compañía cualquiera sobre el primer vídeo de la llegada de la sonda Curiosity a Marte subido por la NASA de manera completamente legítima a YouTube provoca su inmediata retirada.

Repetimos: porque un alguien que ya ha abusado del sistema en otras ocasiones decide afirmar que algo es propiedad suya – afirmación completa y claramente falsa – va Google, que se dedica a disparar desde la cintura como pollo sin cabeza sin comprobar nada en cuanto escucha la palabra “copyright”, y decide impedir que miles de usuarios legítimos puedan acceder a un contenido de rabiosa actualidad pagado con los impuestos de todos los norteamericanos, a pesar de que es bien sabido que la NASA nunca pone copyright a sus vídeos (es una agencia federal, y sus trabajos pasan automáticamente, como debe ser, al dominio público). Mal por quien hace la reclamación, que debería ser sancionado, pero peor aún por Google, que lleva años permitiendo el abuso manifiesto y evidente de un sistema construido en base a reglas absurdas completamente incompatibles con la naturaleza de la red de hoy en día. No, el problema no viene del caso aislado del vídeo de la NASA, sino de los miles de abusos cometidos en la plataforma día sí y día también a miles de particulares usando un sistema claramente sesgado para favorecer a quien reclama, sobre todo si es grande.

Llevo años hablando con responsables de Google a varios niveles sobre la absurda e histérica manera en que la compañía interpreta las peticiones de retirada de contenidos en virtud de la DMCA: si montas un sistema así, tienes forzosamente que supervisarlo de manera manual y que castigar duramente su abuso, porque si no lo haces, pasa lo que pasa: que siempre abusan los mismos. Así, a lo largo de la historia de YouTube, miles de usuarios han visto cómo vídeos que entraban perfectamente dentro de lo que puede y debe ser considerado como uso legítimo, eran eliminados o silenciados porque el enésimo talibán del copyright que se cree un dios se dedicaba a utilizar el sistema a modo de radar hipersensible, disparando sin mirar a todo lo que se mueve. Bebés bailando con una canción de fondo, parodias perfectamente legítimas, videos educativos que únicamente reutilizan fragmentos, y todo tipo de casos de evidente fair use. El resultado son millones de pequeñas reclamaciones, de problemas aparentemente minúsculos a los que una compañía que depende del contenido subido por millones de usuarios ha hecho en casi todos los casos oídos sordos, dando la impresión que nunca debería dar: que concede automáticamente y sin pensarlo las peticiones injustas de los poderosos, mientras ignora las reclamaciones justas de los usuarios de a pie. Compañías con carta blanca para abusar del sistema y retirar el contenido que quieran sin miedo a posibles sanciones porque jamás tienen lugar, una YouTube que retira todo lo que estas compañías le piden, y una asquerosa sensación de doble rasero impresentable que siempre da la razón a los mismos. Un sistema radicalmente sesgado en su concepción y pensado para su abuso.

El copyright hoy en día es un sistema diseñado para favorecer el abuso, la censura y todo tipo de excesos. Las reglas mal hechas están para ser cambiadas. Ante una reclamación por copyright, el comportamiento de YouTube debería ser exactamente el contrario: en primer lugar, ponerse del lado del usuario y suponer que la reclamación es, dados los antecedentes históricos, más que probablemente un abuso; y solo tras comprobar que efectivamente el vídeo incumple los términos de uso y que no entra dentro de ninguno de los posibles supuestos de uso legítimo, proceder eventualmente a su retirada. Ante un abuso tan patente y tan constante, es claro que un sistema basado en “disparar primero y preguntar después” no es la forma adecuada de proceder.

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