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La industria del copyright: menos cultura para nosotros, más ganancias para ellos

 

 

 

 

por Carlos Castillo para Manzana Mecánica

Esta excelente animación fue dirigida por los paulistas Cassiano Reis y Naor Elimelech, con investigación de Joana Varon. Explica cómo el derecho de autor fue creado para entregar a los autores el control exclusivo de sus creaciones, por un tiempo limitado, y cómo ahora se ha convertido en algo totalmente distinto. Los intermediarios y la gran industria global del contenido explota a los autores, perjudica a los consumidores, y corrompe a los gobiernos, exigiendo legislación cada vez más beneficiosa para sus propios intereses. La víctima es el acceso a la cultura y la libertad de expresión, especialmente en países desarrollados. Vale la pena ver y compartir este video.

Acceso al contenido

El sistema de derecho de autor fue diseñado inicialmente para proveer un incentivo a la creatividad y a la innovación. Si fueras un artista, un escritor o un científico, tus creaciones estarían temporalmente protegidas bajo tu control exclusivo. Pero, ¿cómo podrías vender tus productos? Para alcanzar un público más amplio, eventualmente tendrías que relacionarte con intermediarios, tales como editores, sellos discográficos y productores, para vender y para distribuir tu trabajo. Sin embargo, ¿a qué costo? Antes de que te des cuenta, los intermediarios pasaron a controlar la cadena de distribución. Los intermediarios tienen el poder para determinar quién puede o no tener éxito, mientras que los creadores cada vez reciben menos dinero por el uso o la venta de sus obras. Esta situación es peor en los países en desarrollo. Los intermediarios globales se han apoderado de los mercados nacionales y restringen el contenido local. Estos intermediarios promueven solamente los contenidos que les interesan, y cobran regalías carísimas por ellos. Luego, llegó Internet. Internet ha achicado las brechas entre los creadores y los consumidores en todo el mundo, estimulando nuevos modelos de negocio para la creación, circulación, y comercio de productos artísticos, académicos, y tecnológicos que no requieren la presencia de intermediarios. Internet ha proporcionado un significativo acceso a una gama diversa de bienes culturales que ahora están al alcance de todos. Ha establecido una nueva cultura creativa, que promueve el contenido colaborativo, remixes y memes, y permitió compartir contenidos inusuales y minoritarios como nunca antes. Al poco tiempo, compartir se convirtió en una amenaza para el modelo de negocios de las industrias de la música, el cine, y la edición, por lo que estas industrias han estado utilizando su inmenso poder de lobby y presionando a los gobiernos para aprobar leyes que refuerzen los derechos de autor online y extiendan en el tiempo la protección de los bienes distribuidos por ellos. SOPA, PIPA, ACTA y la COICA son ejemplos de estas leyes que se esfuerzan por hacer que los proveedores de servicios online sean leaglmente responsables por el contenido publicado en sus plataformas. Por lo tanto, los proveedores enfrentan una enorme presión para censurar aquellos contenidos que los intermediarios consideran que infringen los derechos de autor. Pero esos proveedores no tienen el interés ni la capacidad técnica para analizar dicho contenido. Al mismo tiempo, la censura pone en peligro otros derechos fundamentales como la libertad de expresión y el acceso a la cultura. Los intermediarios han ido más lejos, estableciendo acuerdos privados con los proveedores de servicios en línea para controlar y eliminar contenido. Esto tiene lugar todos los días, sin transparencia ni participación de entidades públicas o legales. Entonces, ¿qué tan libres somos para acceder libremente a la información, para crear, y para innovar en la web?

Video

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=g7fUUKmvpkc