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Voto en papel: pérdida de eficiencia y recursos

La tecnología ha avanzado más en los últimos 10 años que cualquier otra rama de la ciencia. Sin embargo, nos  estamos quedando atrás en un tema que podría romper los hitos de participación ciudadana y permitir la oportunidad de expresión para miles de compatriotas en el extranjero: el voto electrónico.

Algunos expertos aluden a que el sistema actual está validado por el pueblo y que cambiar a un mecanismo tecnológico no tendría mejoras significativas, pero es innegable que los costos asociados a este tipo de eventos es altísimo y que el SERVEL es, lamentablemente, una entidad en extremo tradicionalista.

Países como Brasil y Australia ya han optado por utilizar un sistema más moderno que, entre sus muchas ventajas, permite la obtención instantánea de resultados y el sufragio a distancia vía Internet. Luego, se obtiene una baja en el costo operativo del proceso de votación al no tener que incurrir en gastos innecesarios de instalaciones engorrosas, personal adicional en las mesas de votación (podríamos reducir de 5 a 2 o 3 vocales de mesa) y conteo posterior.

En pocas palabras, podríamos evitar incluso conflictos políticos como el ocurrido en el municipio de Ñuñoa que, dando un vuelco al recontar, terminó por proclamar alcalde al Sr. Pedro Sabat. Pensando un poco más, un sistema bien llevado puede permitir, incluso, votar desde cualquier lugar del mundo facilitando a quienes cambian su domicilio el poder sufragar sin tener que viajar a un local específico y lograría que muchos jóvenes, nativos digitales, sintieran un poco menos de rechazo a un sistema que actualmente no tiene su aprobación. En resumen, voto electrónico es el presente y Chile, está viviendo en el pasado.