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Loomio y el problema de la deliberación

 

 

 

 

 

Uno de los aspectos del actual sistema político que causa frustración es que la mayoría de la gente se encuentra alienada de la deliberación. Los fundadores del software para la toma de decisiones Loomio quieren dar acceso a todos a esa habilidad esencial.

por RICHARD BARTLETT y MARCO DESERIIS traducido por Edgardo Figueroa y Hector Cartagena
2 de diciembre de 2016

Loomio y el problema de la deliberación

RICHARD BARTLETT y MARCO DESeRIIS 
2 de diciembre de 2016

Loomio  es un software para la toma de decisiones desarrollado desde 2012 por un grupo de activistas y programadores con sede en Wellington, Nueva Zelanda. Es ampliamente usado en los Círculos de Podemos en España, así como en cientos de cooperativas, empresas sociales, municipios y grupos activistas en todo el mundo. Su principal característica es estimular el consenso en los grupos. Tras discutirse una propuesta, todo miembro de un grupo de Loomio puede efectivamente adoptar una de cuatro opciones: aceptar, rechazar, abstenerse o bloquear. La última es una forma de poder de veto, que obliga al grupo a reconsiderar la propuesta inicial y modificarla hasta lograr un consenso.

Si bien dotar a los individuos de tal poder en un entorno virtual puede ser riesgoso, los grupos de Loomio suelen ser extensiones de relaciones que ya existían en el mundo real y, por tanto, de redes de confianza preexistentes. De hecho, Loomio fue concebido en su origen por activistas que participaron en Occupy Wellington en 2011 como una herramienta que pudiera ayudarles a convertir las reuniones de las asambleas y los grupos de trabajo que quedaban inconclusas en propuestas orientadas a la acción. Los cuatro símbolos de la mano que aparecen en la interfaz de Loomio de hecho fueron tomados de las señas manuales adoptadas por el movimiento mundial Occupy.

Ben Knight y yo estábamos en el grupo de trabajo de comunicaciones [de Occupy Wellington]” recuerda Richard Bartlett, cofundador de Loomio. “Teníamos que administrar mucha gente y mucho trabajo, así que estábamos en la búsqueda de software de gestión de proyectos, pero todo lo que encontrábamos se basaba en un paradigma jerárquico de organización”. Así que ambos, junto con Hannah Salmon y Jon Lemmon, decidieron contactar a Enspiral, una red e incubadora de empresas sociales con sede en Wellington. En 2012, Knight, Barlett, Lemmon, Alanna Krause, Aaron Thornton y Vivien Maidaborn decidieron fundar la cooperativa Loomio, que es parte de Enspiral, y que actualmente emplea a once trabajadores-miembros , quienes se han comprometido con el proyecto a largo plazo.

En esta entrevista, que fue llevada a cabo por Skype y posteriormente coeditada [y ahora traducida al Español],  Rich Bartlett  hace un repaso de las etapas tempranas del proyecto, revela los valores políticos incorporados en el diseño de la interfaz de Loomio y analiza el intento hecho por un grupo de activistas españoles de usar Loomio para escalar el proceso de deliberación y las iniciativas de base de los Círculos de Podemos desde el nivel local al nivel nacional. 

Marco Deseriis: ¿Por qué fue importante tu encuentro con la red de Enspiral?

Richard Bartlett: Porque Enspiral es una red de empresas sociales que se organiza de manera no jerárquica y tiene muchas afinidades con un movimiento como Occupy. En Occupy teníamos muchos voluntarios, todos muy entusiastas. Y nuestra principal pregunta era de qué manera coordinarlos, mantenerlos concentrados en sus tareas, asegurarnos de que hicieran un buen trabajo, todo ello sin usar un método jerárquico. Cuando me puse a buscar software de gestión de proyectos, me di cuenta rápidamente de que la gestión de proyectos en su mayoría está diseñada bajo el método jerárquico, en el sentido de que hay alguien al mando que asigna todas las tareas y que hay un plan prefijado sobre lo que se hará a futuro. En cambio, lo que buscábamos era un método no jerárquico, en que nadie tuviera más derechos que el resto y en que el plan pudiera emerger de manera orgánica desde la base. La verdad es que estábamos varados en ese dilema básico de gestión de proyectos. Para nosotros ese era el verdadero motivo para conversar con Enspiral. Y Alanna Krause era muy buena en eso.

MD: ¿Puedes contarme un poco sobre su papel en las etapas tempranas del proyecto?

RB: Poco después de que nos conociéramos, empezamos a tener varias reuniones semanales sobre el desarrollo de un software para la democracia. En esas reuniones, Alanna tomaba nota, anotaba las cosas que habíamos dicho que haríamos. Entonces, la semana siguiente el colectivo podía ver esas notas y verificar que todos hubieran cumplido. “A ver, Jon, ¿hiciste esto? Ben, ¿hiciste aquello?” Era algo muy básico, pero yo nunca antes había estado expuesto un nivel tan bueno de práctica organizacional. Alanna también nos presentó Trello, una aplicación de gestión de proyectos que puede usarse de una manera muy democrática, ya que todos pueden manipular las tarjetas. De esas primeras reuniones surgió la idea de hacer Loomio como una herramienta básica para la toma de decisiones que pudiera complementar a las otras herramientas como Slack, Trello, Google Docs, calendarios, etc. En cuanto tuvimos un prototipo muy básico, comenzamos a ver mucha demanda desde muchos sectores distintos entre sí, no solo activistas y [la nueva camada de] emprendedores sociales [que van a la raíz de los problemas], sino también concejos municipales e incluso empresas tradicionales. Por eso, decidimos constituirnos como cooperativa de trabajadores y hacernos nosotros mismos cargo del proyecto.

MD: ¿Cuál es la novedad de Loomio en relación con los otros programas que mencionaste?

RB: Los programas que mencioné te permiten llevar una conversación, pero ninguno está orientado a la conclusión. Cuando tienes un grupo grande, es extremadamente común que una pequeña minoría tenga una enorme participación en la discusión mientras todos los demás se mantienen al margen. En Loomio, una conversación finaliza cuando alguien decide convertirla en una propuesta que llama a la acción. La propuesta funciona como una nueva invitación a que todos vuelvan a participar. En ese momento, es muy común que aquellos que no habían participado en la discusión vuelvan y manifiesten su opinión sobre aspectos de la conversación que habían sido desatendidos o desestimados. La novedad de Loomio es que la deliberación y la conclusión se muestran lado a lado. El desacuerdo se visualiza en un gráfico circular de un modo que te obliga a poner atención para que puedan resolverse las inquietudes. Esa es la diferencia con las encuestas y con otros mecanismos de voto: puedes cambiar de parecer mientras se discute la propuesta. Así se convierte casi en un juego, donde los participantes tienen que resolver las inquietudes y lograr que cambien.

MD: ¿Puedes explicar cómo llegaron a diseñar la interfaz de usuario del modo en que la diseñaron?

RB: Debido a que somos una empresa pequeña, no tenemos los recursos para desarrollar un software integral que pueda abarcar todo lo que un grupo necesita para organizarse. Se nos hace muy difícil. No obstante, la idea de que tenemos todo lo que necesita tu grupo para tomar una buena decisión es algo suficientemente acotado y hemos ganado credibilidad en ello. Una de las cosas que aprendimos de Enspiral son las prácticas de desarrollo sencillas y ágiles. Tanto en Enspiral como en Occupy hay mucha comunicación, pero tomar una decisión es más difícil. Así que lo primero que se nos ocurrió fue el gráfico circular con los cuatro botones. Al principio, no había discusiones ni grupos, solo una decisión y se podía poner esa decisión donde quisieras. Si estabas chateando en Slack [una app de mensajería para grupos], podías dejar un enlace a la decisión que se usaría después como registro final. Después los usuarios empezaron a sugerir que sería útil si se pudiera poner la discusión y la decisión en el mismo lugar. Y después nos dimos cuenta de que necesitábamos llevar un registro de todas estas conversaciones, necesitábamos ponerlas en el mismo lugar, así que incorporamos la funcionalidad de grupos.

MD: Pero mi impresión es que un gráfico circular con cuatro botones ofrece un conjunto limitado de opciones a los usuarios. ¿Alguna vez han estado sometidos a grupos de trabajo que hayan exigido más flexibilidad?

RB: Es una dificultad de diseño. Puedes dar menos opciones a los usuarios, como en el caso de Apple OS, o puedes darle más libertad. Decidimos ofrecer un conjunto reducido de opciones, lo que por supuesto no siempre es bienvenido. Por ejemplo, con frecuencia nos enteramos de gente que quiere tener la posibilidad de escribir múltiples propuestas al mismo tiempo. Pero nosotros no ofrecemos esa opción, debido a que una propuesta está diseñada para tener la total atención del grupo. Esa funcionalidad se vería disminuida si tuviéramos múltiples propuestas activas al mismo tiempo. Tu disposición mental es diferente cuando te preguntas en qué puede coincidir el grupo. Queremos empujar a la gente hacia la convergencia sin frustrarlos y dar cierto grado de flexibilidad. De hecho, el enfoque minimalista del diseño implica que Loomio sea extraordinariamente adaptable a distintos grupos, con diferentes protocolos de toma de decisiones. Por ejemplo, algunos grupos usan el consenso formal, algunos usan reglas de mayoría y otros simplemente lo usan para consulta y deliberación.

MD: ¿Puedes dar un ejemplo de un grupo que haya adaptado la interfaz de Loomio para atender sus propias necesidades?

RB: Sí, recuerdo un cambio en particular que hizo uno de los Partidos Piratas. Ellos sumaron un quinto botón morado que dice “Me comprometo”. Cuando nuestro grupo quiere que alguien haga algo, simplemente usamos el botón “Estoy de acuerdo” y le añadimos un texto que dice “acepta esta propuesta si quieres sumarte a un grupo de trabajo”. Así que hacemos algo parecido sin que el compromiso esté incorporado en la interfaz. Los Piratas decidieron crear un botón ad hoc, lo que es verdaderamente genial. Pero, salvo por eso, no hemos visto mucha innovación a este nivel. Y, para ser justos, solo ahora estamos implementando un sistema de plug-ins que está lo suficientemente maduro para permitir a la gente experimentar con protocolos alternativos para la toma de decisiones. Ahora tenemos la arquitectura en que podemos tolerar mucha más experimentación sin molestar a nadie que espera que Loomio funcione de la manera en que siempre lo ha hecho.

MD: ¿En qué lenguaje de programación está escrito Loomio?

RB: El backend está en Ruby on Rails. Hace unos 18 meses construimos un frontend en Javascript. Pero los códigos están liberados en GitHub. Ruby on Rails maneja las bases de datos y la lógica y Javascript maneja la interfaz de usuario. Ruby on Rails está diseñado para hacer prototipos rápidamente, es muy fácil crear un bloque desde cero, es como un lenguaje de andamiaje. También tiene en torno una comunidad que brinda mucho apoyo. Tiempo después decidimos añadir el frontend en Javascript para estar al día con respecto a las expectativas de los usuarios sobre cómo debe lucir una interfaz. Facebook tiene muchas cosas que cambian en una página, Javascript es la mejor manera de manejar ese tipo de complejidad. Ahora que Javascript es tan común, nos resulta muy fácil armar un paquete para iOS y Android.

MD: ¿Han desarrollado ya una versión de Loomio para móviles?

RB: No tenemos una app de Loomio todavía, pero la interfaz siempre ha sido diseñada para trabajar bien con móviles. Puedes usar Loomio vía navegador en tu teléfono, pero no puedes ir a la App Store y descargar Loomio. No todavía.

MD: ¿Hay gente que desarrolle sus propias versiones derivadas de Loomio?

RB: No le hacemos seguimiento, así que es difícil saberlo. GitHub dice que el código se ha bifurcado unas 1000 veces. Y a menudo la gente comenta en Twitter sobre su propia versión de Loomio. Ciertamente, está ahí, pero no lo seguimos de cerca. Y eso es así por diseño. Somos conscientes de las implicaciones de seguridad de los activistas que usan software en la nube. Es mucho más seguro que haya muchas instancias del mismo software a que haya un solo y enorme repositorio central.

MD: ¿Por qué crees que es más seguro?

RB: La seguridad siempre trae un costo aparejado. Siempre hay gente que dice “deberías encriptarlo todo”. Podríamos encriptarlo todo, pero entonces no podrías buscar en las conversaciones, porque tendrías que desencriptarlas primero. La mayoría de los usuarios se contentan con pagar ese costo. Dirían que prefieren tener la experiencia de usuario de poder buscar cosas a tener ese férreo nivel de seguridad completamente infranqueable. Ya que Loomio.org sustenta a miles de grupos, hacemos cuanto podemos para mantener el equilibrio entre seguridad y usabilidad. Pero si estás en otro contexto, por ejemplo, si eres un activista que trabaja en la frontera entre Turquía y Siria, tendrías necesidades distintas al promedio. En ese caso, puedes tener pleno control sobre quién tiene acceso a Loomio, incluso puedes desconectarlo de Internet y ejecutarlo en tu propio Internet. Si ejecutas Loomio en tu propio servidor tienes plena agencia sobre las decisiones que se refieren a cómo ejecutarlo, en lugar de tener que confiar en nosotros, que tenemos recursos limitados. Además, supongo que cualquier programa de espionaje está más interesado en un objetivo grande que en uno pequeño. Aunque no tengo pruebas para afirmarlo, supongo que es más probable ser objeto de espionaje si se tiene un millón de usuario que si se tienen cincuenta.

Ben Knight de Loomio. #LoomioLab, Medialab-Prado en España, vía Lab O Demo/Facebook, 2014. Algunos derechos reservados.

MD: Entiendo tu argumento sobre la descentralización. Entonces, supongamos que el software ahora tiene suficiente resiliencia como para que converjan los distintos tipos de procesos de toma de decisiones. Como sabrás, muchos Círculos de Podemos han estado usando Loomio para ampliar las reuniones que se hacen en su mayoría a nivel local. Una manera en que los Círculos construyen poder desde la base podría ser usar Loomio para tomar algunas decisiones en común. ¿Has sabido de alguien que intentara usar Loomio para escalar decisiones desde un nivel local a uno regional y nacional?

RB: Debería aclarar que no tengo participación en Podemos y que solo he estado en España un par de semanas. Pero puedo contar la experiencia desde la perspectiva de las conversaciones que he tenido. En Madrid hay un pequeño grupo de activistas llamado Labodemo que experimenta con la democracia. Investigan tecnologías, las someten a prueba y después las ofrecen a los movimientos sociales que van surgiendo. Labodemo descubrió Loomio y lo puso a prueba en sus inicios. Entendieron sus capacidades y se lo comunicaron a otros y en particular a los Círculos de Podemos. Solo para que te hagas una idea, el uso de Loomio en España representaba un 5% de nuestro tráfico total en 2013, que saltó a 54% en 2014 y actualmente ronda el 40%. Creo que se debe a que el contexto cultural, histórico y político está mucho más orientado al consenso en España que en la mayoría del resto del mundo. En enero de 2015, recibimos una solicitud de Miguel Arana Catania, uno de los activistas de LaboDemo y actualmente Director del Proyecto de Participación del Ayuntamiento de Madrid. Miguel nos contó que eran conscientes del uso masivo de Loomio en los Círculos de Podemos y nos preguntó si había alguna manera de aunar esto y llevarlo al siguiente nivel.

MD: ¿Cuál era el siguiente nivel?

RB: Sabemos que dentro de la visión de Loomio se quieren trascender los grupos de unos pocos cientos de personas. ¿Era esta nuestra oportunidad? Personalmente, no creo en los grupos grandes. Solo creo en los grupos pequeños. En el contexto de Podemos, sin embargo, te encuentras con un entorno cultural que proviene de los experimentos de democracia directa realizados por los Indignados y de un segmento más político en el sentido estricto de la palabra, que lanzó Podemos como una marca bajo la cual reunir una alianza de múltiples subjetividades. Lo que yo entiendo es que si retrocedemos al 2015, este segmento político le solicitó a la base del partido (los Círculos) que le confiara la dirección por algunos meses, al menos hasta la elección general de diciembre de ese año. El razonamiento era más o menos así: “Por ahora, no tenemos ni la tecnología ni la metodología para hacer la conexión entre los Círculos y las instituciones del poder y todos sabemos que esto representa un problema. Entonces, ¿por qué no confían en nosotros por un par de meses? Centralizaremos un poco y sabemos que habrá que hacer concesiones, pero al menos podremos obtener algunos escaños. Y una vez que se terminen las elecciones, desarrollaremos la tecnología que nos permita mapear los círculos a las instituciones”.

Entonces, ¿nadie pensó en conectar a los Círculos entre sí y con los grupos de carácter directivo de Podemos hasta las elecciones generales de diciembre de 2015?

RB: En realidad no, porque decidimos ceñirnos al requerimiento que recibimos de LaboDemo en enero de 2015. Es decir, hicimos una búsqueda en la base de datos apuntando a grupos que contenían la palabra “Podemos”. Encontramos 2500 grupos que habían sido creados por 2500 personas. Se trata de una situación muy peculiar. Esto, ya que tienes todos estos grupos distintos de personas que comparten rasgos de una identidad colectiva, pero que se motivaron a usar Loomio de manera independiente. Esa es una condición social muy favorable que no creo que se repita en el futuro próximo. Así que se nos ocurrió darles visibilidad mutua a estos grupos mediante la creación de algo que denominamos “The Network” [La Red], que era tan solo el nombre de una arquitectura inventada. Después creamos un índice de todas las conversaciones y las decisiones que ocurrían dentro de la Red. Hasta ahí llegamos. La intención era obtener la información de localización de todos estos grupos tomando en cuenta que muchos de ellos se organizan geográficamente. Después se nos ocurrió el puesto de un coordinador de la Red, alguien que pudiera difundir una propuesta de discusión colectiva de ciertos temas con todos los Círculos. Entonces, cada Círculo vería las discusiones de los demás, pero solo los miembros locales podrían conversar entre sí. Por ejemplo, un miembro de Podemos podría ver lo que se ha decidido en Barcelona y compartir esa información manualmente con su propio Círculo, pero no habría una Asamblea General.

MD: Intentaban crear una especie de Loomio de Loomios para escalar la democracia directa desde lo local a lo nacional…

RB: ¡Exacto!

MD: ¿Pudieron implementar en alguna medida ese plan?

RB: No, porque se impuso la realidad política. El Partido comenzó a tener más y más hambre de poder y comenzó a alejarse cada vez más de los Círculos. Entonces, los Círculos se convirtieron en un espacio de dinamismo de las bases, que aspiraban a recobrar el poder en manos del Partido. Para mí esto no es un error, es más bien un experimento mixto, un experimento muy particular y algo de lo cual podemos aprender. Pero en términos más generales, creo que resulta muy atractivo pensar en una democracia digital a gran escala e imaginar que la tecnología adecuada nos dará un enfoque radicalmente distinto para hacer gobierno. Es un discurso cautivante sin dudas. Mi perspectiva es que uno termina siempre enfrentándose con el problema de la deliberación con independencia del sistema de gobierno que exista. Se puede implementar un sistema muy complejo de apoderados y delegados, como en el caso de LiquidFeedback, pero aún así te encontrarás con la dificultad de la deliberación; es decir, cómo lograr que un pequeño grupo de personas logren negociar, organizarse, ceder y lograr consensos. Por esta razón nuestro foco está en la capacitación y el apoyo técnico de las personas que están en el centro de la deliberación. En esto consiste la democracia finalmente.

MD: Sin embargo, hay una diferencia entre el tipo de deliberación que se puede tener dentro de un Círculo de Loomio y la deliberación en un grupo de carácter directivo en Podemos.

RB: Sí y no. La directiva política de Podemos está compuesta de un grupo de personas que están constantemente en deliberación. Una de las frustraciones que presenta el sistema político actual que la mayoría de las personas están alienadas de la deliberación. No tienen jamás la oportunidad de practicarla. No la practicamos en los colegios, no la llevamos a cabo en el trabajo ni tampoco la ejercitamos en el sistema político. No aprendemos las habilidades necesarias para ponerla en práctica. Entonces, te encuentras jóvenes en las calles con expectativas inocentes sobre cómo debería operar el gobierno. Y esto sucede porque nunca han puesto en práctica el acto de ceder, negociar o alcanzar un consenso “en la medida de lo posible” entre distintos actores. Este es el engranaje de la democracia y la mayoría de las personas están permanentemente excluidas de este ejercicio. Luego te encuentras personas que trabajan dentro del gobierno y que deliberan constantemente. Ellos miran a los ciudadanos y toman una actitud del tipo “ah, qué inocentes son, qué irracionales, no tienen la menor idea de lo que hablan. No se puede confiar en ustedes y por eso necesitamos una vanguardia, necesitamos profesionales a la hora de tomar decisiones”. Como respuesta a esto, en Loomio queremos dejar que todos puedan desarrollar sus habilidades para deliberar. Esto fue lo que transformó la Asamblea General del movimiento Occupy. Las personas se dieron cuenta de que cada uno tiene una subjetividad distinta y que si tú entregas un alto grado de confianza, de empatía, y un buen proceso, es posible encontrar el punto donde se cruzan esas subjetividades y construir algo llamado consenso. Esto asombraba a las personas ya que nunca habían tenido la oportunidad de ejercitar algo así. Resulta difícil transformar las estructuras políticas sin que un gran número de personas ejerciten la deliberación en su vida diaria.

MD: Entiendo tu punto. Al mismo tiempo, se puede decir que las deliberaciones que ocurren en el contexto de un comité central de Podemos tienen el poder de afectar a todos los miembros del partido, pero no al revés. Al ignorar las instancias originadas desde las bases, el liderazgo de Podemos debilitó gran parte del entusiasmo que existía al interior del partido. Por lo tanto, sus deliberaciones internas tuvieron un efecto negativo en el resto de los procesos deliberativos, los que quedaron desprovistos de su capacidad de tener incidencia en la dirección estratégica del partido.

RB: Concuerdo. El liderazgo de Podemos se disparó en el pie y mucha energía del partido se disipó. Sin embargo, lo que no se puede disipar son las experiencias y las expectativas que tiene ahora la gente de que su participación directa tenga un resultado concreto. Desde mi perspectiva, en España hay demasiados activistas que ven al Podemos y dicen “no nos interesa”. Estuve ahí en febrero y me encontré un hermoso graffiti que decía Podemos (sin Podemos). Ellos renunciaron a las ambiciones a nivel nacional y están poniendo toda su energía en el nivel local de los municipios. Estas coaliciones radicales en toda España están comenzando a articularse y haciendo que las cosas cambien. Y su alianza es informal. Prescinden de una etiqueta que los englobe a todos. Para mí, eso es sumamente esperanzador.

MD: Sí, pero la casta de políticos tradicionales que integran el nivel nacional seguirán sirviendo de mediadores entre las realidades locales. Todo está por verse, si es que los experimentos municipales pueden escalar prescindiendo de esta casta profesional de mediadores. A pesar de que comparto el entusiasmo de todos por los experimentos municipales, no estaré satisfecho mientras las capas nacionales, e incluso las supranacionales, permanezcan aisladas de estos procesos participativos.

RB: Sí, claro, nunca estaré satisfecho. Pero yo estoy en esto por la búsqueda, por las ganas de avanzar, por la lucha. Si hay quienes actualmente viven en ciudades donde su nivel cotidiano de participación ha tenido un crecimiento drástico, se les despertarán expectativas sobre cómo debería funcionar su país y el mundo. Y, por supuesto, no pretendo que esto sea una progresión lineal. Es totalmente posible que se acaben estos procesos en España o que Podemos haya hecho más daño que bien. Mira, por ejemplo, lo lo que está pasando en Taiwán, que es el experimento más avanzado actualmente en el mundo respecto de participación democrática: ahora es una práctica común que los ciudadanos tengan participación directa en el proceso de creación de una ley. Esto sucede gracias a una pequeña dosis de tecnología y grandes cantidades de activismo. Los activistas taiwaneses aprendieron mucho de sus contrapartes en España. Aprendieron también de la gente de Túnez, y ahora están compartiendo lo aprendido con la gente de Francia. Por todo el mundo, existen concreciones locales, nuevos experimentos de participación. Esta red supranacional ya existe y está evolucionando más rápido que cualquier otra institución. Solo necesitamos seguir haciendo amigos más allá de las fronteras, compartir las experiencias y aprender de los demás.

Información sobre los autores

Richard Bartlett es cofundador del software para la toma de decisiones Loomio.

Marco Deseriis es becario Marie Curie de la Scuola Normale Superiore de Florencia y Profesor Ayudante en la Northeastern University de Boston. Su proyecto de investigación actual examina el surgimiento de formas de participación de democracia en red a través de un análisis comparativo de una nueva generación de software para la toma de decisiones para la participación política.