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Tomás Mosciatti: “Ministro, no nos espíe, por favor”

En el Mundo hay una industria del espionaje. La NSA norteamericana espía a autoridades extranjeras (su aliada Angela Merkel incluida) a destajo. No se trata de investigar posibles delitos. Se buscan ventajas políticas, comerciales, de cualquier clase.

Hoy hay un escándalo en Estados Unidos: se descubrió que la CIA (que sólo puede “trabajar” en el extranjero) espiaba al Comité Selecto de Inteligencia del Senado que, justamente, tiene que fiscalizar a los servicios secretos.

En Chile también hay una industria del espionaje. Los políticos de mayor influencia no hablan nada importante si no apagan su celular y lo mantienen alejado de los ocasionales interlocutores.

Los jefes policiales no hablan nada serio por teléfono. Saben que sus teléfonos están “pinchados”.

Hoy “escuchan” Carabineros (tienen sistemas un cuartel del OS7, en avenida La Paz, comuna de Recoleta), la PDI y el Ministerio Público, el que decidió por sí y ante sí comprar sistemas de escucha.

El Gobierno ha decidido dotar a la ANI (Agencia Nacional de Inteligencia) de facultades operativas: agentes encubiertos, informantes y…escuchas telefónicas. La ANI es una organización política, mandada por políticos. La tentación de derivar al espionaje de los adversarios será enorme. Nuestras instituciones no tiene ninguna capacidad de controlarla.