Cifrar información para que solamente sea vista por quien está autorizado a ello ha sido uno de los esfuerzos más importantes que se han realizado desde hace muchos siglos. Es claro que el cifrado de información es importante en los esfuerzos de la guerra y tenemos suficientes experiencias para entender que muchos esquemas del pasado para encriptar información fueron realmente muy ingenuos y que hoy en día, con tantas matemáticas, con tanta computación, sería relativamente fácil decodificar mensajes de épocas pasadas.

Sin embargo, la batalla por crear esquemas de cifrado/descifrado sigue y hoy en día, gracias en particular a las matemáticas, se tienen sistemas que no son simples de vencer y que pueden causar incluso problemas públicos, como lo que ocurrió con el virus WannaCry, que cifraba los datos del disco duro de la víctima y después pedía un rescate, en bitcoins, para que el afectado pudiese re-obtener su información. El esquema de encripción de datos es de los más seguros hoy en día y el no pagar el rescate correspondiente implicaría la pérdida de la información.

Pero en esta ocasión no hablaremos de estos esquemas de cifrado, sino de uno de los primeros que se usó, llamado “cifrado Julio César”, el cual es uno de los más simple que hay. Se trata de substituir las letras de un mensaje haciendo un corrimiento en el alfabeto. Es decir, si decimos que el corrimiento es de “3”, entonces para la letra “A” la sustituiremos por “D”, la “B” por la “E” y así sucesivamente.

Se dice que este cifrado lo usó Julio César, según palabras de Suetonio, en donde el emperador usaba un corrimiento de 3 posiciones en el alfabeto para proteger los mensajes de importancias militar del momento. No está muy claro si este sistema de cifrado fue suficientemente bueno, pero claramente la mayoría de los enemigos de Julio César probablemente eran analfabetos, por lo cual incluso un mensaje sin cifrado podría haberse escrito sin mayores problemas y sin temor demasiado alto de ser interceptado.

Curiosamente este tipo de cifrado se usó en el siglo XIX en la sección de anuncios clasificados de un periódico para intercambiar mensajes sin que terceros pudiesen enterarse de lo que se decía ahí. David Kahn, autor de uno de los libros más conocidos del tema de las criptografía describe instancias de amantes que se comunicaban de manera secreta encriptando los datos con el esquema de Julio César, en el periódico The Times.

Ahora entonces presento un sencillo programa de cifrado usando el método de Julio César. En el sistema se escribe una frase y al presionar el botón de “Cifrar”, el sistema pasará a la ventana de resultados la cadena con las letras que lo sustituyen. El usuario puede decirme la cantidad de corrimiento que se desea dar, que va de -26 a 26.

Una vez que aparezca la cadena encriptada, se puede copiar y pegar. Colocarla en el campo en donde se puso la oración original y pedirle al sistema que busque decodificarla. Este lo que hará es hacer corrimientos sistemáticos de -26 a 26, uno por uno, hasta dar con la cadena decodificada. El software es muy sencillo pero ilustra un mecanismo de encripción y descifrado que se usó hace muchos siglos y además, aunque sea increíble, parece que fue bastante exitoso.